Lectura para no plastificar (aún) más el planeta

“El plástico está obsoleto y tenemos que dirigirnos hacia alternativas más sostenibles”, fue uno de los mensajes que escuché hace poco en mi actual empleo cuando un experto en agroecología explicaba los métodos que empleaban en su finca para ser más respetuosos con el entorno. Y me quedé pensando en ello, ya que mirando a mi alrededor, por más que lo intente, sigo estando rodeada de artículos del dichoso material que ahoga a especies y se acumula en nuestro propio organismo. Y precisamente mientras ordenaba mi biblioteca ‘verde’ me topé con un libro que me regalaron hace algún tiempo y que nos da ideas para reducir el plástico en el día a día.



Se tata de Plastic Detox (José Luis Gallego, Libros Cúpula) que aporta medio centenar de ideas a través de consejos prácticos que traslada de forma sencilla el naturalista, divulgador ambiental y escritor. No sólo ofrece los denominados ‘tips’ (o consejos de toda la vida) sobre cómo reducir este material en momentos de la compra, durante nuestro tiempo libro o en la oficina, sino que arroja distintas claves, como en el caso de una guía breve con conceptos útiles sobre el plástico y hasta un espacio donde anotar tus propias ideas.



Me llama la atención el inicio sobre las islas de basura y el recuerdo de quedar atónitos frente a imágenes como las que se nos viene a la mente cuando hablamos de plástico y naturaleza: el caballito de mar enredado en un bastoncillo, el estómago de una ballena con kilos y kilos de bolsas o la obstrucción en las vías respiratorias de las tortugas marinas al confundirlas con las medusas durante su alimentación. Parece que se nos han olvidado estas imágenes. Este libro es de 2019. No ha pasado tanto tiempo pero parece que ya nos hemos olvidado de los vertederos de plásticos en los que hemos convertido nuestros océanos. Pero por desgracia, si hablamos de tecnología obsoleta o moda de consumo rápido, las imágenes se repiten. Costas llenas de basura, de tejidos, de plástico y de toda la basura que el primer mundo lanza a otros menos desarrollados.



Y parece que se nos ha borrado de la mente, también, aquel monstruo que creaban las toallitas húmedas en las cañerías. Pues bien, justo ayer vía un vídeo en redes sociales de una persona muy conocida haciendo bromas sobre su uso y la dificultad para emplearlas en un avión. Pensaba que eso estaba superado. Me equivocaba.



Por todo esto creo que resulta necesario recuperar estas lecturas que nos dan luz hacia donde dirigir nuestro consumo, nuestra forma de relacionarnos con nuestro hábitat y entender que sólo con cambiar las bolsas de plástico por las de tela (aunque sea un primer paso) puede que no resulte suficiente.



Y es que no me canso de escuchar noticias sobre empresas que sacan pecho sobre economía circular y las medallas que se ponen muchas iniciativas cuando la realidad es que los arenales y hasta los fetos presentan microplásticos. Y esto, por mucho greenwashing va a seguir dejando rastro.



Volviendo a la lectura, que arranca con el inicio del plástico y los efectos de crear artículos de un solo uso que promueven la filosofía del usar y tirar, va directa al grano con consejos como una buena elección en las verduras sin coger más bolsas o evitar las bandejas de porexpán.



A través de casi 200 páginas encontramos consejos sobre sartenes, neveras, estropajos y cepillos. El autor nos guía tanto en el supermercado, como en la cocina, en el cuarto de baño, la moda y su impacto en tu armario, o en la oficina abogando por el uso responsable del material.



Para los más pequeños también hay un capítulo dedicado al colegio, por lo que puede resultar de gran utilidad esta lectura en los centros escolares con consejos sobre bolígrafos e ideas que pueden suponer tanto un ahorro económico como para los recursos planetarios. Precisamente en este apartado se aborda la importancia de la educación ambiental para prevenir este material con acciones como talleres o murales. Cuanto antes vayamos entendiendo qué perjudicial es este elemento, mejor.



En este sentido, el autor abarca la infancia y los productos que nos acompañan desde la lactancia instando al uso de pinturas ecológicas en los cuartos infantiles o la elección del mobiliario de madera.



El deporte, el ocio y tiempo libre, e incluso en la propia naturaleza son otros escenarios donde el autor arroja datos y apuntes sobre nuestro comportamiento y cómo podemos reducir nuestro impacto.



Llama la atención en esta guía cómo hemos ido tomando tradiciones del consumo, en muchas ocasiones exacerbado, que hacemos en ocasiones como pueden ser cumpleaños o Navidad cuando globos, árboles artificiales o piezas para el disfrute de unas horas en nuestra vida pueden perdurar durante muchos años.



En esta sección, además, me he detenido en la parte de pajitas o cañitas, ya que todavía son muchas las personas las que muestran su rechazo a las alternativas biodegradables o aquellas incluso que se pueden comer frente a las tradicionales. Una vez más parece que las imágenes de especies asfixiadas con este tipo de objetos se nos han olvidado y preferimos que el líquido del zumo o refresco siga transportándose a través de un material que literalmente, mata.



Antes de una guía breve de plástico, este libro incluye algunas ideas como la copa menstrual, evitar el abandono de los neumáticos o apostar por eventos sostenibles. Efectivamente, la sostenibilidad respecto a la higiene íntima sí que ha crecido en los últimos años teniendo como aliadas las redes sociales,  ya que sirven de escenarios para compartir dudas, testimonios y experiencias que pueden eliminar muchos prejuicios.



Se trata, por tanto, de una guía didáctica en la que hay espacio para que la persona que tiene entre sus manos esta herramienta pueda apuntar sus propias ideas o aquellas acciones que llevará a cabo gracias a todas estas ideas.



Creo que pasarán los años y seguiremos hablando de plástico por lo que esta lectura puede quedarse en nuestra biblioteca ya que nos pueden ayudar a la toma de decisiones y a pensar antes de adquirir un nuevo producto en el supermercado o en la tienda de decoración de un solo uso.

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