Tras el confinamiento motivado por el coronavirus, el mundo sigue igual. El canto de las aves calla al paso de los automóviles y el agua vuelve a recuperar su tono contaminado. Todo sigue igual. Recuerdo la esperanza que teníamos encerrados en nuestras jaulas de ladrillo mirando el exterior. A través de la ventana veíamos la libertad de otros seres mientras nos sentíamos aislados. Así, parecía que el mundo recuperaba fuerzas y el aire empezaba a ser más limpio en las grandes ciudades. Se nos olvidó el mensaje positivo porque el consumismo vuelve a inundar nuestras almas y con ello, aumenta de nuevo la zozobra de un planeta que año tras año observa cómo sus recursos se agotan y como la pérdida de biodiversidad deja de ser un presagio.
Pero los movimientos ecofeministas, juveniles o ecologistas siguen su lucha aunque sea de forma online con distancias más que prudentes. Eso sí, informativamente seguimos centrados en la política, la pandemia o noticias de relleno. Porque el tratamiento de la crisis migratoria también deja mucho que desear ya que apenas cuenta con dos minutos de atención entre la información sobre la posible vacuna y el auge de la comida para llevar. De este modo, la crisis climática continúa latiendo de forma silenciosa pero esperando que su nombramiento como emergencia climática recupere sentido. Pero el tiempo pasa y ya no hay vuelta atrás.
El mundo sigue igual. Perros y gatos abandonados, basura sin solución y recursos mal repartidos. Mientras las familias hacen malabares para llegar a fin de mes con facturas imposibles de afrontar, el exacerbado consumo del Black Friday arrasa entre los internautas que tratan de plastificar su mundo con chismes carentes de valor. Todo tipo de utensilios que acompañarán vidas vacías durante un tiempo determinado, lo que la obsolescencia programada permita. Estos artefactos no cuentan con ningún tipo de valor espiritual o de calidad, en muchos casos, material. Porque los precios bajos también tienen su impacto en materia de derechos humanos y cómo no, un determinado efecto sobre el uso de agua y otros problemas medioambientales. Sí, surgen iniciativas sostenibles y alternativas para tratar de paliar el comportamiento de cientos de miles de personas que a diario se permiten arrasar con todo para su beneficio. Porque hoy, 13 de noviembre de 2020, el mundo sigue igual.