Zona Azul
Los pasillos entre pabellones de Ifema discurren entre sonrisas, carreras y despistes cuando la persona que se adentra en este laberinto trata de encontrar determinada conferencia. Las charlas y saludos entre compañeros se desarrollan entre olor a café y frituras. Los trajeados dirigen sus pasos junto al personal voluntariado y las coloridas vestimentas de las comunidades indígenas. Y es que, aunque el verde sea el color predominante en este encuentro, ya sea por las plantas o por la cartelería, la pigmentación de esta COP 25 tiene dueño: las personas procedentes de aldeas, pueblos y núcleos que sufren en su piel los efectos de la crisis climática.
Las esquinas donde cargan la batería del móvil comparten escenario entre grandes potencias y humildes delegaciones. Los stands de Japón e Indonesia derrochan tecnología y color mientras que en Alemania se aprecie la madera y la vanguardia europea. El de India llama la atención de los presentes por su estética y música mientras que en el de Qatar se observa la grandeza de todo un imperio. La diferencia entre el primer y el tercer mundo también es palpable respecto a la asistencia en unos y otros, la COP25 actúa como reflejo de la sociedad con desigualdad e indiferencia.

En este trayecto, desde las fuertes medidas de seguridad desde la entrada hasta los servicios, los puntos para tomar aliento brotan entre las distintas secciones como Valparaíso o Punta Arenas (Chile mantiene la presidencia de la cumbre a pesar de su celebración en la capital española) y en cada entrada, un mapa ofrece bienvenida y ayuda al visitante pero los asistentes coinciden en que más de una vez se pierden entre el esplendor del hito internacional.
En este recinto los pasos no suelen coincidir en la dirección tomada, a no ser, claro está, que el foco mediático de Greta Thunberg rompa el silencio y haga desaparecer el resto de actividades.
Zona verde

Por su parte, el recinto dedicado a la acción social presenta un carácter más dinámico con propuestas de grupos de jóvenes, charlas de investigadores y mesas donde se cocinan acciones. Un ágora centra las miradas con un escenario rodeado de unos confortables asientos donde se proyectan documentales y se celebran los conciertos de Radio3 además de servir como punto de encuentro para foros dedicados a la crisis climática.
Es aquí donde el Seprona presenta los resultados de su actividad, donde se habla de especies protegidas como el lobo ibérico o el oso pardo y es aquí donde los niños y niñas de Chile plasman con sus dibujos cómo ven las consecuencias de esta emergencia climática.
