Conservar los espacios naturales, fomentar el reciclaje y disfrutar la movilidad sostenible caracterizan a la población alemana que con pequeños gestos logran conseguir un entorno saludable. La pasión por las bicicletas y patinetes eléctricos se hace latente por cada rincón de la ciudad de Múnich que cuenta con el segundo parque más grande de Europa, el Englischer Garten. Este espacio vincula el deporte y el descanso o la música con el silencio a través de kilómetros naturales con agua y caminos creados para el disfrute tanto de los locales como de los turistas. Las familias y grupos de amigos toman el sol, disfrutan de meriendas y practican deportes sin dejar rastro, es decir, toda la basura generada no queda atrás y el resultado es impecable.
Nadan y buscan el refugio del calor en los terrenos acuáticos. En pleno parque, un lago habitado por ocas y cisnes brinda la oportunidad de surcar sus aguas con barcas y otro tipo de sistemas de transporte. También, en un canal donde el agua fluye con fuerza y belleza, han creado su propia ola artificial para deleite de los aficionados al surf. Respecto a la hidratación, además de sofocar las altas temperaturas con su bebida favorita, la cerveza, se pueden encontrar distintas fuentes públicas para rellenar las mismas botellas. En ese sentido, otro de los aspectos a tener en cuenta es el sistema de retorno que utilizan ya que en supermercados se hallan las máquinas donde depositar tanto materiales plásticos como de vidrio para darle una nueva vida.
La movilidad sostenible arrasa en la ciudad con bicicletas, patinetes, autobuses eléctricos y tranvías. La ciudadanía se mueve a pie, en tren y en metro por cada recoveco reduciendo las emisiones y el ruido. Como curiosidad, los turistas se ven sorprendidos cuando los ciclistas pasan por su lado a alta velocidad y desafiando a los caminantes al tener preferencia, especialmente en los carriles bici que atraviesan toda la urbe.